martes, 6 de julio de 2010

La noche y el día, la mentira y la verdad, el mal y el mal.

-Menuda mierda -dije.
-¿Qué mosca te ha picado ahora?- dijo haciendo uno de sus imposibles, sentándose en el taburete con comodidad.
-Lo de siempre. Parece que las cosas sólo las puede hacer uno mismo. Y de mala leche, que sino no te hacen caso.
-¿No crees que eso es sólo producto de tu ego? ¿Qué la gente no hace las cosas mal, sino que no las hace como tú quieres que las hagan?
-Vete a la mierda -dije y abrí mi portátil-. La gente hace las cosas mal para no tener que volver a hacerlas.
-Bueno, un poco de autocrítica nunca viene mal. Igual así se te enfría el cabreo y te relajas.
-¿Porque no matas moscas con el rabo?
-Sólo quiero ayudar.
-Ayudar... ya me conozco tus ayudas...-dije y me centré en el documento de texto.
-¿Por qué no lo publicas de una vez y dejas ya de darle vueltas?
-Porque quiero que esté perfecto. Estoy haciendo autocrítica...
-¿Y se puede saber cuál es esa autocrítica?
-Pues que creo que el estilo de este relato se parece demasiado al de Bukowski. Últimamente lo he estado leyendo mucho, y creo que se nota en mi prosa.
-¡Ja! Ya te gustaría parecerte a Bukowski.
-Pues te equivocas. Me gustaría ser único e incomparable.
-Pero si te tienen que comparar con alguien...
-Bueno, sí. Si me tuvieran que comparar con alguien, Bukowski sería una de las mejores opciones posibles.
-Pues siento decirte que no te pareces a Bukowski, aunque si a otros muchos autores.
-¿Cómo a quién?
-No merece la pena mencionarlos, no los conocerías. Son escritores mediocres de los que, en su gran mayoría, no queda ni un solo fragmento de su legado literario- dijo con el tono de voz mas hiriente que tenía. Y eso era mucho.
-¿Eso es una crítica?- dije antes de que se pudiera notar que me había tocado la estima y empezaba a dudar. Siempre fui rápido contraatacando.-Tienes un argumento para vapulearme, pero no quieres mostrarlo. Como siempre pretendes engañarme, pero no te das cuenta de que sólo te engañas a ti mismo. Te pareces a mí mucho más de lo que tu crees.
-¿No será que tú te pareces a mí? -dijo con suficiencia.
-Pues no. Tú deberías tener las cosas claras, no creer que las tienes. deberías tener muy claro cuales son mis puntos débiles. Tú deberías influir en mí, pero soy yo el que influye en ti -saqué un cigarro y lo encendí, contemplando su reacción. Esto empezaba a divertirme.
-Jajajajaja -rió con su cavernosa voz-. ¿ influyes en mí?
-Claro que sí. Bueno, yo y todo el mundo. Somos malos por naturaleza. Nuestras reacciones naturales, basadas en el instinto de supervivencia, son malvadas. El egoísmo, la avaricia, la soberbia son innatas en nosotros. Lo difícil es no caer en lo que tú llamas tentaciones, que no son mas que instintos. De esa manera tú te quedas sin nada que hacer y te aburres.
-Precisamente mi trabajo consiste en que pienses eso -dijo soltando una bocanada de humo negro como la nada y volviendo a dar una chupada a su puro.
-Una justificación barata. Si ese es tú trabajo, no das un palo al agua en todo el día. ¡Ves como te pareces a nosotros!
-¡Maldita sea! -gritó poniéndose aun más rojo de ira y bajando cinco o seis octavas su voz- ¡¿NO TE DAS CUENTA DE QUE SI ESTÁS TAN CONVENCIDO DE ELLO ES PORQUE LO QUE HAGO, LO HAGO MUY BIEN?!
-Claro... llevas el trabajo muy avanzado y por eso te tiras todo el día dándome por culo.
-Estás jugando con fuego, chaval...-el humo dejó de salir sólo de su boca y empezó a salir por sus orejas y por sus fosas nasales.
-Mira, hace tiempo que te tomamos la delantera; la especulación urbanística, las armas biológicas, las bombas nucleares, el efecto invernadero, la prensa rosa, la burocracia, los jueces, la política... Dime. ¿qué tienes tú que ver en todo eso?
-YO SOY LA RAÍZ DEL MAL.
-Pero si nada de esto surge del mal- dije riendo-. Todo esto surge con las mejores intenciones, lo que pasa que luego las cosa se tuercen.
-¿Y quién las tuerce?
-La naturaleza humana, el hambre de poder, la codicia.
-Mis pasatiempos preferidos.
-Deja de darte aires. Mientras estás aquí haciéndome perder el tiempo, miles de personas sufren toda clase de calamidades, y no eres tú el que susurra esas ideas en el oído de los torturadores. Tú te dedicas a fumar, beber e incordiar a la gente que tiene cosas que hacer, como yo.
-Reconoce al menos que lo hago con mucho arte.
-¿El qué? ¿Incordiarme? Me incordia mi madre, me incordian mis amigos, la guardia civil, el gobierno, la sanidad, los bancos, los sindicatos... Me incordian muchas personas y cosas de este mundo, y te aseguro que hay quién lo hace con muchísimo más arte que tú. Tú sólo me distraes, me haces perder el tiempo como... como una mosca... ¡Eso! Eres como una mosca muy gorda. Mira, hasta la iglesia me incordia y me amarga mucho más que tú.
-¡Mis mayores accionistas!
-Sí, si no fuera por ellos hace tiempo que te habríamos olvidado, o como mucho te tendríamos como un personaje de la mitología antigua.
-ME CAGO EN CRISTO- dijo y se esfumó.

Al día siguiente, leí en el periódico que un fanático se había inmolado en un mercado de Bagdad provocando más de cuarenta muertos y cientos de heridos. Leí sobre un tsunami que había arrasado la costa de algunas islas paradisíacas, con cientos de muertos y miles de desaparecidos como resultado. También leí algo acerca de que Bustamante había sacado otro disco. No sé si él había tenido algo que ver en alguna de estas desgracias, pues no había vuelto a venir por aquí, pero lo que si sé, es que si él se atribuye alguno de estos titulares no tiene porque ser verdad.

Sinceramente espero que vuelva, siempre es mejor tener al diablo molestando que a mi conciencia. ¿Quién se cree ella que es? Además, nunca oí nadie cagarse en Dios con tanto estilo como lo hacía él.

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